Caballero

Sin esperar los relatos alentadores, ni las historias de leyenda, resurgiste inconmovible de los abismos del olvido.

Como sabio Éforo, protegiste la libertad; como las Nornas, tejiste el destino del universo; como Fereydun, te enfrentaste a la serpiente de los males, atravesando el corazón escondido bajo las llamas de su coraza.

De las manos de aquella dama enamorada, recogiste la azucena hoz que dispensó a dar muerte y perdonar la vida del adversario, pues fuiste jinete de armadura vigorosa y de corazón bondadoso.

No pusiste en liza a ningún silencio. Y supiste guardar respeto, como aquel que honra la oración y su credo.

Fe y fortuna.

Esperaste, servicial y obsequioso, junto al trono de tu sangre, so pena de codiciosos e ignorantes; so pena de detractores y arrogantes.

Y, como el Pegaso Blanco nacido de la sangre del ofidio, guardaste el anillo dorado de tu casa en el sagrario de tus ilusiones.

Caballero es tu alcuño, bienvenido sobrenombre de guerreros, apodo de valientes, reflejo de luz albina y compañero del recuerdo.

Mas ahora, como protector de los atrios del mundo, como intercesor de las puertas del cielo, aguardarás la noche y el día sin descanso y con desvelo.

Este poema está dedicado a la estirpe milenaria que lleva con orgullo el apellido “Caballero”.

Siempre he tenido muy presente que la vida es una suma de tres grandes principios que, al igual que Platón, representan la fuente de creación más grande de la humanidad: la pasión, el deseo y el alma. Todo lo que se hace y se dice en el arte es un reflejo claro, extenso y único sobre lo que fuimos, somos y seremos.

3 thoughts on “Caballero”

  1. Una forma muy bonita de honrar el apellido caballero
    Además de aprender más de este curioso, elegante y bonito apellido

  2. Gran homenaje a un apellido de origen medieval cuya figura y sentido perdura aún en nuestros dias ( aunque con otras connotaciones y cada vez en menor medida … )

  3. Los portadores de ese apellido han de sentirse orgullosos del honroso y literario tributo que les rindes. Lo difícil es mantener y preservar su valioso significado y, en los tiempos que corren; más complejo, si cabe, ante el exilio de valores y acepciones reales que nos legaron nuestros ancestros.

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