Et cognoscetis eos per aspectum

Observo en la cercanía su voz, como un susurro que me deja sin respiración y me humedece los ojos. Es un recuerdo plácido. Un suspiro en el silencio repleto de melancolía que nace en lo más profundo de mi alma.

Maravillado por lo que dicen, sin importarme cómo, o por las repeticiones que, alguna vez, les otorga su palabra, les escucho en silencio. Y, de las historias de su pasado, aprendo.

Son apéndices de las páginas de mi vida. Cuentos e historias de un pasado que nunca llegué a vivir. Fuentes de sabiduría que son capaces de alojarse en mi mente y perdurar allí para siempre.

Las vestales”, además de oficiar los ritos en honor de la diosa “Vesta“, eran las encargadas de custodiar el fuego sagrado de Roma.

Sus miradas, tan vivas, también me hablan, y a pesar de sus dolencias y la vejez, siguen siendo pulcras y cristalinas, bellas y luminosas, ilustres reflejos de un tiempo anterior que construyeron nuestro presente.

Me miran, con esa llama que sostienen el peso de la vida y que va acercándose poco a poco a la muerte. Me relatan muchos de sus fallos que han cometido en vida. Pero, también, del orgullo de sus hazañas. Y, como el caballo más veloz, cabalgan como un viento huracanado, sin cesar el paso, en muchos de mis sueños.

No fueron, en su mayoría, cultos y eruditos de las letras y las ciencias, o sabedores, en demasía, de conocimiento. Pero siempre nos sonríen con su enseñanza vital, pues su horizonte abarca mares anchos y océanos largos, tierras desmedidas, laderas inmensas y cielos infinitos.

 Para la religión cristiana los Ángeles de la Guarda” son espíritus, entidades sobrenaturales que siguen y supervisan a cada ser humano en cada momento de su vida.

Son nuestros Ángeles de la Guarda que nos protegen hasta la eternidad, como las Vestales de la vieja Roma, custodiando la llama de luz allá donde hay oscuridad. Y, al final, serán los que, tras nuestros caminos andados, cargarán con nosotros como las Valkirias hacia al Paraíso.

Son aquellos que, cuando su final está cerca, siempre se acostumbran al aleteo de los pájaros y el movimiento de las hojas, al sueño descansado y en calma, vislumbrando el páramo que reposa verde y azul.

Se sirven en el apoyo de un viejo roble o sauce, que sostiene en pie su cuerpo cansado, y les regala un paso más para seguir adelante.

Según la Mitología Nórdica, la labor de las “Valkirias” era elegir a los guerreros más heroicos caídos en la batalla y llevarlos al “Valhalla”.

Su rostro me dice que ahora ocupe mi lugar en esta amada tierra. Me dice que es el momento de florecer y crecer en paz y armonía, que es el momento de abrir las puertas a las raíces de la tierra y a las corrientes del agua. Me dice que es el momento de escuchar la profundidad y el agudo canto de la vida y del amor. Me dice que no me pueda el desánimo y que alcance, orgulloso como Ulises, los atrios del mundo.

Para algunos ya son recuerdo. Para otros son una imagen que todavía perdura. Disfrutemos, pues, de ellos mientras podamos. Disfrutemos de su recuerdo si el polvo los convirtió en parte intangible del universo.

De igual manera, vivamos, mas llegará el momento en el que nos convirtamos en eso que ellos fueron para nosotros. Y el círculo de la vida, siempre enigmático y sorprendente, renovará su sangre y su recuerdo.

Et cognoscetis eos per aspectum.

Ignacio Eufemio Caballero Álvarez

Ignacio Eufemio Caballero Álvarez

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Siempre he tenido muy presente que la vida es una suma de tres grandes principios que, al igual que Platón, representan la fuente de creación más grande de la humanidad: la pasión, el deseo y el alma. Todo lo que se hace y se dice en el arte es un reflejo claro, extenso y único sobre lo que fuimos, somos y seremos.

5 thoughts on “Et cognoscetis eos per aspectum”

  1. Maravilloso relato!! Abuelos, padres… nuestros ancestros nos iluminan el camino y velan por nosotros.
    Gracias.

  2. Gracias por regalarnos unos minutos de sabiduría y meditación. Es bueno recordar que allá donde vayamos o estemos, alguien o algo, está pendiente de nosotros, sufridos mortales.

  3. De bien nacido es ser agradecido; sobre todo, con nuestros predecesores, esos cuyo legado es vilmente juzgado para reemplazar su heroicidad, sus gestas, su obra a través de sectarias leyes con villanos como protagonistas.

  4. Casa lunes espero los relatos, como una niña, cuando abre los regalos de navidad
    Muchas gracias por darnos estos momentos de alegria

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