Confines remotos

¿Por qué dudamos de nosotros mismos?

Pregunta hipotética que va flotando por la mente sin encontrar un puerto seguro en el que echar el amarre. Imagino que, como el resto de personas, procuramos pasar el día haciendo lo que tenemos que hacer. Trabajo, familia, amigos, estudios…

Asuntos tales que, si bien pueden resultar placenteros, nos restan fuerzas necesarias para aprovechar otras oportunidades. Al final, el tiempo es limitado y las ocasiones pasan.

Vas a tomarte una cerveza con los amigos, y no puedes evitar pensar que mañana tienes que madrugar para ir a trabajar, y que deberías irte a dormir. Estás disfrutando del poco tiempo que tienes con alguien que te importa, y la mente, otra vez más, te hace vagar hacia esa montaña de papeles que, por mucho que la trabajes, nunca parece acabarse.

Disfruta el momento, se dice. Concentra toda tu atención en lo que ocupa tu presente. Pero disfrutar del presente no hace que el trabajo sea menos. Incluso cuando estás haciendo todo lo que sabes que es necesario. Pensar en aquello que estás perdiendo la oportunidad de hacer, puede llegar a ser abrumador.

No hay día que pase en el que no desearía tener unas horas más para todo lo que conforma mi vida. Incluidos los días más provechosos, no puedo evitar tener la sensación de que no he reflexionado lo suficiente sobre lo acaecido en mi vida, y sobre todo lo que me rodea y me sucede.

Podemos encontrarnos en un momento en el que vemos que nuestra vida marcha como la seda. Todos somos capaces de conformarnos durante un tiempo. Pero, por muy bien que nos vaya, siempre acabamos deseando más. Más tiempo para nosotros y los nuestros, más dinero para que las vicisitudes del día a día sean un poco más llevaderas, reconocimiento de aquellos a los que queremos o, simplemente, darnos cuenta de que ansiamos más de lo ya tenemos.

Romper el statu quo en el que te hayas es casi una trampa. Seguir adelante creando una nueva situación en la que te das cuenta de que ojalá pudieras volver a tiempos más sencillos. Esos en los que no importaba nada más allá de lo que ya eras. Y eso, en tales instantes, era suficiente…

Pero quiero creer en que eso no es más que una ilusión. Algo pasajero, en el que afrontar lo nuevo que te depara la vida, te hace pensar en todo lo que estás dejando atrás y que, como el buen diablo conocido, es seguro y tranquilizador.

Al final, seguir siempre adelante asegura que algún momento encontrarás un obstáculo, el tiempo, el ánimo, tu propia mente. Si bien, ver el destino que está más allá de dicho impedimento es fácil, al final tienes que llegar a él. Nunca sabes si el río que vas a cruzar cubrirá hasta ahogarte, o la montaña tendrá piedras sueltas a cada paso. Pero, si no intentas llegar a la cima, jamás descubrirás de lo que eres capaz.

“Construir una posible eventualidad, teniendo en cuenta cada decisión que cada ser vivo tomará y que, en consecuencia, afectará hasta los confines del universo, llevaría todas las vidas que he vivido. La única manera de saber algo con certeza…

-Quedó en silencio, señalando la orilla lejana.-

…es alcanzar el otro lado”.

Carlos García Collado

Carlos García Collado

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Un hombre es quien decide ser. Es posible que aún no lo haya decidido, pero no por ello he de dejar de buscar. Avanzando en la vida, y en la escritura, puede que consiga encontrarme a mí mismo.

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